Para los lectores advertidos les será fácil darse cuenta del porqué de este pequeño escrito…sí, tuve un acceso amoroso, he sido sometido a la impiedad de Eros y he vuelto a ser su víctima.
¿Qué creen pues? ¿Qué responderían al título de este pequeño escrito? Lo sé, es difícil decidir por una de ellas cuando nos topamos con esa personita. Acompáñenme pues en un pequeño recorrido por lo esencial de cada una de estas “construcciones humanas”.
Entregarnos a él implicaría enajenarnos totalmente, perder conciencia de nuestros actos, ya no saber ni cómo vivimos, no poder sacarnos de la cabeza su recuerdo, pensar en cómo sería la vida con él o ella, aceptar como única construcción imaginaria la armonía de su rostro. Además, perderíamos la conciencia del tiempo, parecería que estamos gobernados por las leyes de la realidad onírica, estaremos horas al lado de ella y sentiremos que fueron unos segundos, siempre terminaremos queriendo más de su compañía. Y lo peor de todo es, que si logramos tenerla a nuestro lado tarde o temprano nos devanaremos lo sesos pensando en que no será posible seguir vivo si la perdemos algún día, y no hay solución para ello, a menos que podamos retroceder el tiempo.
La Amistad
La amistad con esa persona puede durar toda la vida, quizá puedas tenerla cerca por una mayor cantidad de tiempo, pues casi por definición, un amigo siempre estará a tu lado; hay compromiso y dicen que del bueno. Pero, estaremos sin tocarla, sin sentir su respiración, sin saborear sus besos, sin poder verle el alma a través de sus ojos, sin gozar del alimento de su cuerpo, sus encantos, su respiración extática, sus abrazos que nos una a ella para formar un andrógino, el rose de su piel que nos transmita vida, sus palabras que nos den paz… ¿aceptaríamos perdernos de todo eso? Nunca, jamás.
La Amistad con Derecho
Prima hermana de la amistad, resulta conveniente para muchos, muy conveniente. No tendremos en nosotros las angustias producidas por el amor, puede que nos duré tanto como la “verdadera amistad” y no nos perderíamos de lo narcotizante del placer. Entre vosotros resulta la opción más cómoda, la llamas, emites un coqueteo y sabes que estará allí para satisfacer lo que en ese momento necesites (casi siempre carnalmente), las reglas las puedes acondicionar a tus preferencias, sin nunca dejar de lado el principio fundamental: no enamorarte.
Qué carajos será mejor elegir!, sabemos que SÓLO amistad con ella es reprimir antinaturalmente todo lo que sientes, nos volveríamos locos o terminaríamos cagándola en algún momento. La amistad con derecho a larga resulta siendo un autoengaño, porque en cualquier momento Eros te convertirá en su presa y allí se acabó todo. ¿Y el amor?, qué cobarde de hoy en día aceptaría embarcarse en un viaje tan caótico y accidentado, donde la única garantía es que al final nos va a doler.
Le he dado innumerables vueltas al asunto, he tratado de asesinar a mi irracionalidad, pero ella puede más, será porque le pertenece a un dios; ante eso qué podemos hacer nosotros que somos unos simples mortales.